Por Emmanuel Esquea Guerrero
Con la muerte del Presidente Chávez se cumple con
gran acierto lo dicho por John Donne: " La Muerte de cualquier hombre
me disminuye”. Pero tendría que añadir
que ese deceso no solamente repercute en
mi “Porque soy parte de la Humanidad”, como concluyó el poeta
inglés, sino que afecta de manera muy particular a los pueblos que conformamos el Tercer Mundo.
El Presidente Chávez se distinguió por su preocupación ante los males propios de
los pobres del mundo; y muy pocas veces en la historia de las relaciones
internacionales se había visto un Presidente que mostrara tanta solidaridad como la exhibida por él. Su vocación de ayuda no tuvo límites y se dirigió
principalmente hacia sus vecinos
de Latinoamérica.
La desaparición del Presidente Chávez en el momento
más luminoso de su carrera política -acababa de ganar una nueva elección- debe llamarnos a la reflexión sobre la
precariedad de la vida, pues como decían los romanos: Somos humanos y tendremos
que morir.